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EDULCORANTES, ¿BUENOS O MALOS?

El uso de los edulcorantes acalóricos se ha estado utilizando como una alternativa para las personas que toman muchos productos azucarados. Es muy común ver a la gente tomar el café con sacarina o los refrescos “light” o “zero”, con la idea de no ganar peso o de aportar menos calorías a su dieta. Esto, se ha extrapolado también a los regímenes y dietas de adelgazamiento, en los que muchas veces hemos recomendado estos productos para controlar el aporte calórico de la dieta a lo largo del día.


Hace unos años, salieron a la luz algunos mensajes alarmantes en los que se decía que los edulcorantes artificiales, especialmente la sacarina y el aspartamo, producían cáncer. Afortunadamente, hoy en día este mensaje se ha quedado obsoleto. Lo que ocurre es que si se consume sacarina u otros edulcorantes artificiales en grandes cantidades sí podría existir mayor riesgo de desarrollar este tipo de enfermedad, pero al igual que puede ocurrir con otros alimentos o con las quemaduras por el sol. Por lo tanto, las cantidades en las que se consume actualmente en la población son muy bajas y por ello, no debemos alarmarnos.


Ahora bien, ya sabemos que el uso de estos edulcorantes es seguro, es decir, no es cancerígeno en las cantidades en las que se consume pero… ¿son inocuos estos productos?


Durante la última década, se han estado estudiando en profundidad y se han llevado a cabo numerosas investigaciones cuestionando posibles efectos potenciales de estas sustancias más allá de su “efecto cancerígeno”. Gracias a ellos, se ha demostrado que son seguros pero no son totalmente inocuos. ¿Cuáles son entonces sus efectos?

  • Producen trastornos a nivel intestinal. Son polialcoholes y por ello, producen cambios en nuestra microbiota (bacterias beneficiosas que habitan en nuestro intestino). Hacen que crezcan las especies menos saludables y que digiramos peor los alimentos. Por lo tanto, si nos cambia la flora, nos cambia la salud.

  • Pueden hacernos subir de peso (o no nos ayudan a bajarlo) y pueden incrementar la absorción de azúcar a nivel intestinal. Según los estudios, no hacemos una reducción real de Kcal. Es decir, las calorías que te ahorras al usar estos productos tiendes a introducirlas con otros alimentos o bebidas, por lo tanto realmente no se compensan las Kcal durante el día. El adelgazamiento que se produce en los estudios con edulcorantes solo dan lugar si hay restricción de kilocalorías, no por el efecto del edulcorante. Por otro lado, los estudios afirman que aunque no tengan azúcar, si se acompañan de cualquier otra comida con hidratos, pueden potenciar la absorción de estos macronutrientes.

  • Los refrescos light pueden dar hambre. ¿Por qué? Porque pueden incluso crear secreción de insulina a pesar de no tener azúcar, que esa insulina nos baje el azúcar en sangre y por tanto luego darnos más hambre como reacción a esa bajada no compensada.

  • Nos acostumbramos al sabor dulce. Nuestro paladar está sometido a un exceso de estímulo de sabor dulce, por lo tanto vamos perdiendo las referencias de los sabores reales de los alimentos y queremos siempre más y más dulce.



¿Está la Stevia dentro de este grupo?


La Stevia es un edulcorante más. De hecho, forma parte de las famosas “E” (E- 960). Esto no quiere decir que sea mala, quiere decir que está reconocida y autorizada por la UE como otros aditivos y edulcorantes alimentarios. Originalmente, la Stevia era una planta, y su consumo tradicional sí era natural. Hoy en día, tal como lo venden y tal como lo consumimos, es un extracto de un glucósido (Glucósido de Esteviol), por lo tanto no es tan natural como nos creemos, ya que ha pasado por procesos de elaboración similares a los demás edulcorantes. Por ello, todas las propiedades que pudiera tener la planta en sus orígenes, no tienen nada que ver con lo que encontramos en los supermercados.


Entonces, ¿con qué nos quedamos? ¿Azúcar o edulcorantes?


La respuesta debería de ser ninguno de los dos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que sustituir los productos azucarados por productos edulcorados puede ser una opción a valorar (sobre todo si queremos reducir el azúcar de la dieta). Y si lo hacemos, que sea sabiendo las consecuencias de su uso y los efectos que pueda producir, de tal manera que no sean productos de consumo habitual en nuestra alimentación. Es necesario asumir que por ser “sin azúcar” ese producto no va a ser saludable.


Si queremos evitar los edulcorantes pero no sabemos qué opción elegir, una opción más recomendable que el azúcar blanco es el azúcar moreno. Se trata de un producto menos refinado y por lo tanto conserva algunos micronutrientes (vitaminas y minerales) del producto inicial. Pero, igualmente, como la diferencia no es muy significativa, tampoco es recomendable abusar de su consumo. La miel, por otro lado, es mucho más rica que el azúcar blanco en su contenido de vitaminas y minerales. Por ello, es más recomendable para endulzar alimentos siempre y cuando no haya algún problema de diabetes o sobrepeso.


Como conclusión, lo ideal sería acostumbrarse al sabor original de los alimentos y bebidas sin necesidad de hacerlos más dulces. Una buena manera de empezar, es ir reduciendo de manera progresiva la cantidad de edulcorante o azúcar que añadimos a los alimentos o bebidas, hasta llegar al punto en que nos habituemos a su sabor natural.


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